jueves, 10 de octubre de 2013

Reconstruyendo la imagen de un salón canario en el siglo XIX



El objetivo a conseguir es, a partir de la selección de una serie de bienes muebles del siglo XIX, reconstruir una realidad pasada de nuestra historia. Para ello he seleccionado los siguientes elementos:

-        Un caballo blanco.

-          El resto de lo que podría ser un águila.

-        El cuerpo de lo que sería una figura de una niña con un camisón blanco con flores y bordes azules.

-        El cuerpo de un ave  del que se conserva el cuerpo y restos de diferentes colores en sus plumas –ocres, azules, marrones-.

-         Una pareja de aves marrones apoyadas sobre una rama.

-         El tronco de una mujer desnuda recostada.







 
Estos seis objetos están realizados en cerámica. Pero además, añado otros dos fuera de esta categoría de elementos decorativos: el resto de un plato importado desde la Península en cuyo fondo se reproduce una parte de un paisaje en colores azules y el resto de una taza con las mismas características del plato –cerámica blanca y reconstrucción de un paisaje en colores-.


 
Estos elementos me han hecho pensar que constituyen un conjunto de objetos que sin ir tan lejos, nuestros abuelos e incluso muchas de nuestras casas, poseemos en nuestros salones: figuritas, platos y tazas de suvenir de aquellos lugares a los que hemos viajado. Partiendo de ahí, es curioso que en el siglo XIX la decoración no parece tan diferente a la nuestra. Para ello he recopilado algunas imágenes de salones en el siglo XIX en Canarias de la página del FEDAC -Fundación para Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria-.

Sin embargo, para lo que nosotros podrían ser objetos cotidianos y normales poseer; -unas figuritas “ordinarias”- quedan reservadas a la clase pudiente del siglo XIX. Así, si observamos los salones de las fotos no son salones corrientes de trabajadores asalariados o campesinos sino de personajes de una clase social alta, de hoteles o algún tipo de institución; donde aparecen cuadros, relojes suntuosos, espejos, sillones con fundas de seda o tapizados, manteles bordados a manos, macetas, candelabros, fotos y alguna figura que otra en repisas.  A continuación, vamos a observar algunos ejemplos:

Salón 1: Se muestra la corriente –entre la clase social alta- decoración a base de figuras y muñecas de porcelana, así como sillones tapizados y alfombras.


Salón 2: La foto se titula Salón de Plenillos desde Presidencia, y aunque no se trata de una vivienda sí se puede apreciar la presencia de una figura en la mesa como objeto de decoración.


Salón 3: Es un ejemplo de un salón ostentoso y si nos fijamos en la vitrina aparecen artículos de decoración desde figuras de tamaños medios hasta un abanico. Así como pequeñas tazas.

Salón 4: Se trata de un recibidor del Colegio de San Idelfonso –Santa Cruz de Tenerife-, pero se aprecia la repetición de figuras en las mesas como decoración.

También hay que tener en cuenta que la mayoría de  las viviendas señoriales se desarrollan en un plano urbano, destacando el barrio de Vegueta en el caso de Gran Canaria, que está influenciado por las “modas” del momento. No obstante, las familias ricas e importantes poseían además grandes fincas en las zonas rurales. En la siguiente foto podemos ver el salón del chalet de Enrique Barceló en la calle Pérez del Toro.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que lo más común no era encontrar este tipo de viviendas señoriales, sino viviendas pobres con una decoración austera o inexistente donde lo importante era sobrevivir.










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