El objetivo a conseguir es, a
partir de la selección de una serie de bienes muebles del siglo XIX, reconstruir una realidad
pasada de nuestra historia. Para ello he seleccionado los siguientes elementos:
- Un caballo blanco.
-
El resto de lo que podría ser un águila.
- El cuerpo de lo que sería una figura de una niña
con un camisón blanco con flores y bordes azules.
- El cuerpo de un ave del que se conserva el cuerpo y restos de
diferentes colores en sus plumas –ocres, azules, marrones-.
- Una pareja de aves marrones apoyadas sobre una rama.
- El tronco de una mujer desnuda recostada.
Estos seis objetos están
realizados en cerámica. Pero además, añado otros dos fuera de esta categoría de
elementos decorativos: el resto de un plato importado desde la Península en
cuyo fondo se reproduce una parte de un paisaje en colores azules y el resto de
una taza con las mismas características del plato –cerámica blanca y
reconstrucción de un paisaje en colores-.
Estos elementos me han hecho
pensar que constituyen un conjunto de objetos que sin ir tan lejos, nuestros
abuelos e incluso muchas de nuestras casas, poseemos en nuestros salones:
figuritas, platos y tazas de suvenir de aquellos lugares a los que hemos
viajado. Partiendo de ahí, es curioso que en el siglo XIX la decoración no
parece tan diferente a la nuestra. Para ello he recopilado algunas imágenes de
salones en el siglo XIX en Canarias de la página del FEDAC -Fundación para
Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria-.
Sin embargo, para lo que
nosotros podrían ser objetos cotidianos y normales poseer; -unas figuritas
“ordinarias”- quedan reservadas a la clase pudiente del siglo XIX. Así, si
observamos los salones de las fotos no son salones corrientes de trabajadores
asalariados o campesinos sino de personajes de una clase social alta, de
hoteles o algún tipo de institución; donde aparecen cuadros, relojes
suntuosos, espejos, sillones con fundas de seda o tapizados, manteles bordados
a manos, macetas, candelabros, fotos y alguna figura que otra en repisas. A continuación, vamos a observar algunos
ejemplos:
Salón 1: Se muestra la
corriente –entre la clase social alta- decoración a base de figuras y muñecas de
porcelana, así como sillones tapizados y alfombras.
Salón 2: La foto se titula Salón de Plenillos desde Presidencia, y
aunque no se trata de una vivienda sí se puede apreciar la presencia de una
figura en la mesa como objeto de decoración.
Salón 3: Es un ejemplo de un salón ostentoso y si nos
fijamos en la vitrina aparecen artículos de decoración desde figuras de tamaños
medios hasta un abanico. Así como pequeñas tazas.
Salón 4: Se trata de un
recibidor del Colegio de San Idelfonso –Santa Cruz de Tenerife-, pero se
aprecia la repetición de figuras en las mesas como decoración.
También hay que tener en cuenta
que la mayoría de las viviendas
señoriales se desarrollan en un plano urbano, destacando el barrio de Vegueta en el caso de Gran Canaria,
que está influenciado por las “modas” del momento. No obstante, las familias
ricas e importantes poseían además grandes fincas en las zonas rurales. En la
siguiente foto podemos ver el salón del chalet de Enrique Barceló en la calle
Pérez del Toro.
Sin embargo, hay que tener en
cuenta que lo más común no era encontrar este tipo de viviendas señoriales,
sino viviendas pobres con una decoración austera o inexistente donde lo
importante era sobrevivir.
Me ha gustado mucho la entrada, pero sobre todo me ha gustado la conclusión final :D
ResponderEliminarGracias :)
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