Tras la entrada al blog “¿Para qué sirve el Patrimonio Cultural”? el
otro día dimos en clase algunos datos que podrían ser de interés y
complementarios al concepto que se ha tenido durante la Historia sobre el
Patrimonio.
Museo Capitolino |
Durante la Antigüedad Clásica era sinónimo de riquezas y prestigio que
se obtenían a través de intercambios, exploraciones o botines de guerra. El
disfrute de dichos objetos era de carácter privado, a excepción de aquellos
casos en los que se mostraban como trofeos.
En la Edad Media continúa esa idea de prestigio y buen gusto
grecorromano. La Iglesia va ir reuniendo importantes colecciones.
Es en el Renacimiento cuando el Papa Sixto IV funda el Museo
Capitolino (Roma, 1471). El coleccionismo se centra en la adquisición de obras
de arte y va a ser de vital importancia la figura de los mecenas. Los
monumentos adquirieron la categoría de testimonios – etimología del latín monere:
recordar-.
Los primeros ensayos para
proteger el patrimonio nacen en el Siglo
de las Luces, los yacimientos arqueológicos como Pompeya o Herculano
causaron el interés por recopilar materiales de otras civilizaciones.
A finales del XVIII- principios del XIX con la Revolución
Francesa (1789) se valora al patrimonio como “bienes culturales de carácter
público cuya conservación debía institucionalizarse técnica y jurídicamente";
así los Museos dejaron de ser lugares donde se almacenaban obras y objetos antiguos
para pasar a lo que conocemos hoy como Museo. Pese, a que en este momento el
Patrimonio es entendido como algo colectivo siguió siendo accesible a los
poderosos.
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