viernes, 8 de noviembre de 2013

Pompeya



Al sur de Italia, cerca de Nápoles, está el volcán Vesubio. La península italiana se le conoce como Campania. Cerca del Vesubio existen dos ciudades, Pompeya y Herculano, las cuales quedaron enterradas bajo metros de cenizas el 24 de agosto del 79. Tras el desastre, la ciudad desapareció por la acumulación de dichas cenizas y los lugareños comenzaron a olvidarse de ella, a la cual se referían como La Civita.





Actualmente, la ciudad está en ruinas y se encuentra afectada por la expansión de Nápoles.  La intervención de la  arqueología y documentos como los escritos de Plinio el Joven  -una crónica sobre lo ocurrido y sobre la muerte de su tío- han ayudado a aproximarse a lo que posiblemente sucedió. Lo más sorprendente no es sólo el hallazgo de vestigios sino de los más de mil cuerpos de sus habitantes que están prácticamente intactos. 





Estudios recientes se han percatado que los cuerpos carecen de signos de violencia. La lava no pudo ser una opción de muerte porque hubiese tardado una semana en llegar y en ese tiempo les hubiese dado tiempo de huir. Los últimos datos anulan las explicaciones tradicionales. Haraldur Sigurdsson es un vulcanólogo que ha estudiado las erupciones del Vesubio -última en 1944- y ha dado sus propias teorías sobre las muertes del 79. Francesco Silvano Sasso -profesor- escaneó cinco esqueletos que demostraron que habían inhalado gran cantidad de polvo. Además, las victimas debieron de someterse a temperaturas muy altas; esto se justifica con la ausencia de bacterias en los suelos donde se encontraron los cuerpos.  Es decir, esta teoría reciente defiende que murieron por una ardiente brisa de un huracán que llenaba el interior de sus bocas, pulmones y narices y les quemaba la piel provocado por una nube piroplástica.




Pompeya sufrió cuando fue descubierta porque las primeras excavaciones no fueron planificadas ni realizadas conscientemente, sino que constituyeron destrozos.  El seísmo del 23 de noviembre de 1980 provocó también derrumbamientos de columnas y muros.  En 1983 el arqueólogo Jean-Pierre Adam tuvo que realizar un informe para evaluar los daños y los posibles métodos de restauración. A pesar de las medidas tomadas como por ejemplo, restringir las visitas a ciertos lugares, no mejoró la situación.




La ciudad recibe una media de 4.500 visitantes al día, lo que supone un desgaste paulatino del terreno. A esto hay que sumarle las “pintadas” de sus visitantes sobre muros, columnas y pinturas. Además, los objetos pequeños han ido desapareciendo poco a poco, por lo que las autoridades ya no dejan copias. En el momento de la restauración también han existido problemas ya que han acelerado el deterior de algunas zonas. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario